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El Indice de Precios al Consumo en la Región de Murcia (IPC) acabó 2019 con una inflación interanual del 0,7 por ciento, tras descender tres décimas en diciembre. Esta evolución nos sitúa en un nivel de precios ligeramente por debajo de la media nacional (0,8 por ciento), después de un año de moderación en el que se llegaron a registrar tasas negativas (meses de septiembre y octubre).

Durante diciembre ha resultado especialmente determinante el comportamiento de los precios del grupo de vestido y calzado que ha descendido un 3,4 por ciento debido al adelanto de promociones y descuentos que se ha hecho habitual en el sector del comercio. Igualmente vivienda, con un -1,1, se ha visto favorecido por los menores precios de la electricidad.

En sentido contrario, el pasado mes se incrementaron los precios de los paquetes turísticos por su mayor demanda en época vacacional, lo que hizo subir al grupo de ocio y cultura un 1,8 por ciento.

Dinámica anual de los precios

En el conjunto del año, los grupos más inflacionistas han sido transporte (+3,5 por ciento), principalmente por la subida de carburantes y lubricantes; seguido de hoteles, cafés y restaurantes (+2 por ciento). Por el contrario, tan solo dos grupos han visto descender sus precios: el de vivienda, un 5,5 por ciento por los menores precios de la electricidad; junto a los artículos de menaje con una bajada del 0,2 por ciento.

En un nivel muy similar (0,8 por ciento) ha finalizado el año la inflación subyacente regional, que descuenta los componentes más volátiles de los precios como son los productos energéticos y los alimentos no elaborados.

Por lo tanto, comenzamos un año en el que no se advierten grandes presiones inflacionistas ni en el ámbito externo, donde los precios del petróleo han crecido moderadamente en los últimos meses; ni en el interno, por la moderación del consumo de las familias y la inversión de las empresas, a la espera de las medidas económicas del nuevo gobierno. A este respecto, para el colectivo empresarial resultan especialmente preocupantes las anunciadas medidas en materia laboral, por su impacto negativo en los costes laborales y en la creación de empleo.

Sin embargo, no hay que olvidar los efectos positivos que los actuales niveles de precios tiene en el poder adquisitivo de los consumidores y en la competitividad de las empresas murcianas en los mercados. Además, se trata de una inflación que modera el impacto de la desaceleración económica que prevén las instituciones económicas para el ejercicio que comienza.

Durante el mes de octubre el Índice de Precios al Consumo (IPC) en la Región de Murcia ha subido un 1,1 por ciento, dejando la tasa interanual en el -0,1 por ciento, el mismo nivel que el mes anterior.

La subida durante el pasado mes se ha debido, sobre todo, a la entrada de la nueva temporada de otoño-invierno que se deja sentir en el grupo de vestido y calzado, que aumenta un 13,7 por ciento. También subieron los precios en alimentos y bebidas no alcohólicas (+1,6 por ciento), especialmente por la fruta; y vivienda (+0,9), por las subidas de precio de la electricidad.

En sentido contrario, el grupo de ocio y cultura ha descendido un 1,4 por ciento, un comportamiento habitual cuando finaliza el periodo estival; transporte (-0,3), por los menores precios de los carburantes y lubricantes para vehículos personales, y del transporte aéreo de pasajeros; y comunicaciones (-0,3), por las bajadas en las tarifas telefónicas.

Por lo tanto, en la Región de Murcia continuamos en un nivel de precios bajo, el menor desde julio de 2016, y dos puntos inferior a la media nacional (+0,1), lo que nos sitúa en el conjunto de las Comunidades Autónomas menos inflacionistas, solo superada por Asturias (-0,2).

Entre los factores de esta evolución del IPC encontramos, por una parte, la contención de los precios energéticos a lo largo del año, pero también las consecuencias del contexto de incertidumbre política especialmente en el ámbito nacional. A este respecto, se aprecia una falta de impulso del consumo por parte de las familias, a pesar de la subida de los indicadores salariales, a la vez que las empresas posponen sus decisiones de inversión y creación de empleo, y reducen sus márgenes de beneficio para ganar competitividad.