Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), hecha pública hoy por el INE relativos al primer trimestre de 2022, reflejan que en la Región de Murcia la ocupación descendió en 8.500 personas (-1,3 por ciento). Aunque se trata de una evolución que ha caracterizado el comienzo de año del mercado laboral desde 2017, el descenso de este año es más intenso que los tres años previos y que la media nacional (-0,5 por ciento).

Todos los sectores, excepto la agricultura, se han visto afectados por una menor ocupación, especialmente servicios que concentra más del 90 por ciento del total (7.800). Le sigue industria, con 2.700 ocupados menos y construcción con un descenso de 1.400 ocupados. En sentido contrario, agricultura ve aumentar en 3.400 personas su nivel de ocupación.

En cuanto al paro, el primer trimestre del año deja 3.200 parados más, lo que supone un avance del desempleo del 3,3 por ciento, situando la cifra total en 99.900 personas. En este caso, también se trata de un comportamiento repetido durante los dos años previos, inmersos en plena pandemia, y de una mayor intensidad a la registrada en el ámbito nacional, donde el paro sube un 2,3 por ciento.

Con todo ello, la tasa de paro sube en la Región hasta el 13,4 por ciento, ligeramente por debajo de la media nacional (13,6). Además, hay que destacar que el descenso de la ocupación y el incremento paro se producen en un contexto de reducción de la población activa que se concreta en 5.300 personas menos dispuestas a trabajar, un indicativo de las menores expectativas del mercado laboral regional.

Sin embargo, hay que considerar que en el horizonte interanual, donde comparamos con un año aún marcado por las restricciones de la pandemia, los datos siguen reflejando una evolución positiva, donde tenemos 30.400 ocupados más que hace doce meses (+5 por ciento) y 20.500 parados menos (-17,1).

Incertidumbres y amenazas

Por lo tanto, asistimos a un inicio de 2022 donde las incertidumbres lastran al mercado laboral regional que, tras superar los peores momentos de la pandemia, afronta nuevas amenazas que desincentivan tanto la contratación por parte de las empresas, como la inversión en nuevos proyectos o actividades empresariales. Entre estas amenazas, destaca la inflación, que alcanza niveles históricos, especialmente en lo relativo a los incontrolados precios de la energía y el resto de suministros esenciales para los procesos productivos. Este elevado nivel de los precios afecta también al poder adquisitivo de los consumidores que se refleja en la contención de la demanda.

A ello hay que sumar otras incertidumbres como las generadas a nivel geopolítico por la guerra de Ucrania, con repercusiones en el suministro de ciertas materias primas con origen en los territorios afectados; así como la previsión de los efectos de la entrada en vigor de la reforma laboral, por la introducción de rigideces que puedan afectar a la contratación.

Todo ello en conjunto ha generado una espiral de menor actividad empresarial que ha mermado durante el primer trimestre de este año el dinamismo de la generación de empleo. De la gestión y posible resolución de estas incertidumbres dependerá la intensidad con la que siga avanzando la recuperación económica y del mercado laboral, tanto a nivel regional como nacional.