Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), hecha pública hoy por el INE relativos al cuarto trimestre de 2021, reflejan que la Región de Murcia creó empleo con intensidad durante el año, logrando un total de 37.700 ocupados más que a finales de 2020.

Con ello, el número de ocupados en la Regíón se sitúa en 651.800, su cifra más alta a cierre de año en la serie histórica. Con la subida del 6,1 por ciento que estos datos suponen, la Región se sitúa como la segunda en crecimiento anual de empleo, solo por detrás de Canarias y por encima del 4,3 por ciento nacional.

Todos los sectores, excepto la industria, se han visto beneficiados por una mayor ocupación, especialmente servicios que concentra casi el 90 por ciento (33.100) de los nuevos ocupados. Le sigue agricultura, con 7.700 ocupados más y construcción (+2.300). En sentido contrario, industria ve descender en 5.400 personas su nivel de ocupación.

En cuanto al paro, 2021 también se puede calificar de positivo, con 15.000 parados menos que hace un año (-13,4 por ciento), lo que sitúa la cifra total en 96.700. Además, hay que destacar que ambos avances –más ocupación y menos paro– se logran en un contexto de incremento de la población activa que se concreta en 22.700 personas más dispuestas a trabajar, un indicativo de la atracción del mercado laboral regional, intensivo en mano de obra. Con todo ello, la tasa de paro baja en la Región hasta el 12,9 por ciento, por debajo del 13,3 de la media nacional.

Por lo tanto, para los empresarios podemos hablar de un año positivo del mercado laboral regional, superando la difícil coyuntura que ha supuesto la pandemia por las continuas y cambiantes restricciones que se vienen aplicando a las actividades empresariales más ligadas a la interacción social. En este sentido, cabe destacar la capacidad de absorción por parte de las empresas de los trabajadores en ERTE, que a finales de año son 1.209, frente a los 12.935 del anterior.

Todo ello demuestra la pujanza empresarial, a pesar de la persistencia de las incertidumbres que se ciernen por los efectos de la modificación de la legislación laboral en el mercado de trabajo, aún por constatar, introduciendo rigideces que pueden desincentivar la contratación, así como las anunciadas subidas de cuotas a la Seguridad Social para los autónomos. A ello se suma la propia evolución de la pandemia con la aparición de nuevas variantes; la crisis de suministros de componentes para la industria que está limitando su actividad; o el precio creciente de la energía sin previsible reconducción, por el incremento de costes que ello supone.

Tampoco hay que olvidar las limitaciones a la actividad que suponen los tradicionales problemas de la economía regional, como son el estructural déficit hídrico, así como las deficientes infraestructuras de transporte de las que dispone la Región, especialmente en el ámbito ferroviario.